lunes, 10 de marzo de 2008

LA INCREIBLE HISTORIA DE UN GRUPO DE DEPORTISTAS

NO ES FÚTBOL, PERO ESTÁ LIGADO A UNA DISCIPLINA DEL DEPORTE. UNA PARTE DE LA TRAGEDIA DE LOS ANDES CONTADA DESDE LA PERCEPCIÓN DE UNO DE LOS QUE SE SALVARON: JAVIER METHOL
Días atrás estuvo en el Durazno Country House uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes. Decidimos incluir en esta página la nota que le realizamos porque se trata de una experiencia de vida, donde el espíritu y las ganas de vivir prevalecieron en este heroico grupo de deportistas uruguayos. Que sirva de mensaje....

Javier Methol no integraba el plantel de rugby de Old Christian. Ni siquiera tenía amigos en la delegación oficial que se aprestaba a viajar a Santiago de Chile en octubre del ‘72. Un primo lo invitó a viajar, y el luego de aceptar extendió la invitación a su esposa Lilián a pasar “cinco días maravillosos” en el país trasandino. Al médico de la delegación y a su esposa, los conocía “de vista”. Pero el viaje y en particular los 72 días que duró la experiencia de la tragedia en las montañas, no solo lo unió infinitamente a aquel grupo inicial de 27 individuos, de los cuáles se salvaron 16, sino que además -lo más preciado para el- significó reafirmar una concepción de vida, un camino a vencer, en el que si bien palabra “obstáculo” existe, es posible sortearla con decisión y amor a la vida y al prójimo. El testimonio del sobreviviente de la tragedia de los Andes del 72’ y presidente de la Fundación Viven, dejó en el Country Huose de Durazno una huella indescriptible en la afanosa y heterogénea audiencia de 300 personas que fueron a buscar en la charla el contenido de una experiencia sobrehumana, y se encontraron con un mensaje colmado de fe y optimismo, sin reparar demasiado en el pasado, y pensando positivamente en el día a día y en lo que vendrá. La convocatoria sirvió además para que los duraznenses colaboren con los objetivos sociales de la fundación.
Entre el silencio respetuoso del interés que derivaba el tema, mezclado con gestos de admiración, sorpresa, y alguna que otra lágrima, Methol contó que en la montaña “nunca vi la muerte”, “siempre supe que iba a salir con vida, creía en el futuro, vi mucho dolor, pero también vi muchísimo amor, yo trato de transmitir eso, de cómo ver las cosas buenas que tienen las cosas malas y de esa manera transformar lo malo en bueno”.
“La verdad de los Andes está en los 72 días, en las 16 historias de cada uno, ahí está toda la verdad, cada historia es diferente de acuerdo a como la vivió cada uno”, dijo. “Lo que yo viví allá, no lo vivió Nando (Fernando Parrado), lo que Roy (Harley) vivió no lo vivió Roberto (Canessa) y lo que Roberto vivió no lo vivió el otro, porque cada uno vivió en la montaña de una manera diferente, todos luchábamos por lo mismo, pero cada uno tiene su propia historia”.
ERROR HUMANO. Methol dijo que el clima en la zona y la “confianza” de los pilotos en la ruta hacia Chile fue el “error” que desencadenó la tragedia, y que no se le puede atribuir a la gracia de Dios el desenlace del episodio. “Fue una falla humana, no hay dudas, cuando los pilotos quisieron reaccionar no sabían donde estaban, quedábamos sobre las montañas”, recordó.
REALIDAD O LUCRO. En la entrevista fue consultado sobre lo que cineastas y literatos han escrito sobre la tragedia de los Andes. “Evidentemente nadie escribe un libro ni nadie hace una película por amor al arte, invierten un dineral y tienen que recuperarlo, es un negocio”, señaló. En el caso de la película Viven fue “lo más real posible porque nosotros estábamos atrás; cuando filmaron la película grandísima parte de la filmación estuvo Nando allá, y le decía “no, no, eso no fue así”, Nando los corregía”, recordó Methol. “Cada uno tiene un relato diferente; yo pienso que la película es toda verdad, el director tiene que jugar con algo, pero yo creo que es todo verdad”, concluyó.
VIVEN. La Fundación Viven tiene por finalidad ayudar a los sectores más vulnerables y necesitados. En ese contexto acaban de concretar una importante ayuda material a favor de una comunidad de hombres y mujeres, mayores y niños de Tacuarembó que vivía compartiendo el ambiente con los chanchos. “La gente estaba viviendo en un chiquero”, sostuvo. Ahora el lugar cambió y se transformó en un sitio próspero y saludable. El entrevistado dijo que el próximo objetivo de la fundación es asistir a 120 hijos de funcionarios de la Fuerza Aérea que viven en situación de indigencia.

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